viernes, 2 de septiembre de 2022

septiembre 02, 2022 0

MI VIDA, MI MADRE

 Por: Juan José Santy Cusiatan. 



Seguimos transitando en el tiempo y nos toca jugar con la inmortalidad. José, decidió apropiarse de esa condición de finitud, determinando el modo y el momento de su muerte, yo era un suicida. Mi madre experimentó una escena de escalofrió y profunda tristeza. Una madrugada de diciembre, intenté lanzarme desde cuarto piso de mi casa, pero una mano en la cintura impidió una tragedia familiar. Era ella reaccionando a una situación donde alguien quería arrebatarle lo más preciado de su vida, su hijo. 


Un sábado al amanecer me encontraba en una fiesta, cuando de un arrebato salí a la calle. No tenía dinero, de modo que caminé hacia mi hogar, que no andaba muy lejos. Por el camino la idea de suicidarme se hizo inmensa en mi cabeza, creció hasta ocuparlo todo. Entonces me imaginé muerto y por un instante sentí un gran alivio. Todo mi dolor había desaparecido. Es la solución, me dije. 


El fin estaba claro, morir. Así que lo dejé todo en manos del destino, o mejor dicho de mi laguna mental. Llegué a casa, subí al cuarto piso y sólo tomé acción, no me detuve, nadaba en una absoluta sensación de irrealidad. Es curioso, mientras miraba el vacío no sentía miedo, pero cuando llegó mamá a mi cuarto, me invadió la cobardía. Me lanzó contra el suelo, se montó encima de mío y me agarró las manos, nunca me soltó hasta quedar dormido. 


Antes de intentar desaparecer, tenía que haber acudido a ella, pues habría encontrado alguna solución a mis incertidumbres, pero no quise que cargara con mi mochila llena de mierda, porque ella no se merecía más dolor y suplicio. Quise protegerla y acudí a otras personas. Ahora me doy cuenta de que mi decisión me arrastró al abismo y me la llevé también a ella. Cómo pude ser tan tonto. 


Fue un acto impulsivo, irracional, desesperado, un acto que creía iba a solucionar todos mis problemas, los cuales ahora considero absurdos. Ignoraba que en realidad podría haber causado muchos más contratiempos, ¿qué sería de mi padre y de mis hermanos? ¿qué sería de mi madre? ¿Cómo afectaría la muerte de su hijo menor? 


Ya hace un tiempo mi sonrisa había desaparecido, poco a poco dejó de dibujarse en mi cara. Lloraba, pero no de forma intensa, ni amarga, ni mucho menos escandalosa, simplemente rodaban lágrimas por mis mejillas, se escapaban, era la única manera que mi cuerpo expresaba un grito y rompía su silencio. 


Callé, pero cuando reuní el valor suficiente para pedir ayuda, lo hice y no me la dieron. Y eso que se les llenaba la boca diciendo ‘cuenta conmigo’, ‘ya sabes dónde estoy’, ‘todo se va a solucionar’. Perdí toda esperanza en las personas. 


Y así fue pasando el tiempo. Poco a poco dejé de compartir momentos con mi familia. Era una sombra que vagaba por la casa, apenas iba a la universidad. Me encerraba en mi habitación, me tumbaba en la cama y me pasaba las horas muerto de miedo y no sabía por qué. 


Con esto no quiero decir que mi intento de suicidio sea culpa de esos egoístas y una falsa atención basada en su propio beneficio, para limpiar su sucia conciencia. No, no me intenté matar porque ellos no me hayan ayudado. Me intenté matar porque no he sabido gestionar mis emociones, porque no he sabido vivir con mis ausencias, porque no he logrado ver lo bueno en todo lo que me rodeaba. 


Seguro que me moriré muy pronto, pero no mientras mi madre siga viva. No quiero hacerla sufrir más. Sé que aún vive muy angustiada por mí. Y las veces que se acerca a consolarme e intentar sostenerme, me llena de vida. 


Quizás jamás se dará cuenta de lo importante que fue esa mano en mi cintura en un cuarto piso, no sé cómo consiguió sacarme de ese tormento, mi espíritu recobró el color de otro tiempo. Volví a sonreír por mi padre, mi madre, mis hermanos y por mi vida.

septiembre 02, 2022 0

DRAMA Y DOLOR EN EL HOSPITAL HONORIO DELGADO

 Por : Mirelia Emily Quispe Huanqui. 



Acudí a emergencias por un dolor de estómago cuando otros acudían por qué se estaban muriendo.

 

Miré el reloj y pasaba ya la una de la madrugada, de pronto algo interrumpió mi preocupación por la hora, fue un lamento débil pero desgarrador de una mujer , venía del pasadizo del fondo lleno  del área de emergencias, seguido de un seguido de un: "¡Porque se murió si estaba bien hace un rato¡" o "Si yo lo ví bien ,cómo se va a morir" acompañados de golpes de  frustración hacia las paredes propinado por una madre de familia de un paciente que recientemente había muerto, era increíble no poder hacer nada contra la muerte .

 

Por otro lado en los sillones de espera  naranjas largos y desgastados ,  se veía niños despeinados con los cachetes rojos  que manifestaban quejidos de aburrimiento, dolor y malestar acompañados de expresiones de  incomodidad , estos pequeños  esperaban horas para  ser atendidos en plena madrugada , la hora pasaba pero parecía que no los iban a atender nunca,  lo único que podría distraerlos era el celular y algunos videos de tik tok que les ponían a ver sus padres,  cuando de pronto uno de ellos vomitó directo al piso  y fue en eses momento donde su madre entro en pánico ya que dijo que su hijo cayó del segundo piso y pedía ya no esperar más para que lo atiendan  así que   lo atendieron de inmediato , Se estaba cumpliendo el dicho de los hospitales de estado ‘’Que si no haces drama no te entienden ’’ , o ¨Tienes que estar muriéndote pa que te atiendan’’.

 

Poco a poco el ambiente se tornaba muy cargado y yo ya me quería ir además era consciente del no poder hacer nada , el no poder ayudar ´justificado¨ de las de las personas  que también me incluía a mi ya que solo éramos los pacientes , además  cada uno estaba envuelto en su problema personal a pesar que algunos sufrían en silencio  y parecía que nadie se enteraba de ello  era evidente en algunos casos ,  al menos yo veía cómo algunos padres de familia se preocupaban por la cantidad de medicamentos que tenían que  comprar para sus familiares luego de que los atendían.

 

 

Ya eran las dos de la madrugada y me llamaron al fin pero solo a triaje asi que segui esperando para q me atiendan, no sabía que iba a esperar tanto hasta me arrepentí de ir al lugar  , también fue la primera vez que me atendía , tenía mucho sueño pero algo me despertó y   llamó mi atención era  la cafetería automática que no dejaba de funcionar , todo el mundo compraba por una moneda un vaso térmico de café caliente , parecía que ese lugar era donde la  gente al menos se distraía , se  tranquilizaba  por un momento  así que también fui por uno y a seguir esperando , hasta que llamaron mi nombre y me atendieron con normalidad.

 

En fin todas estas reacciones de los pacientes que presencié  no las olvidaré jamás y más de los familiares que recibieron las peores noticias esas noche  las cuales se repitieron  una y otra vez  por el doctor: "Lo sentimos, su familiar falleció", esas cortas e hirientes palabras que  anuncian una de las cosas más reales en la vida "La muerte", tema a veces tabú,  poco tratado o hasta a veces visto con morbo en la sociedad  hizo que me arrepintiera de ir solo por mi dolor de estómago que por cierto se me pasó por completo ante la adrenalina y extraña culpa que sentí ese día.


septiembre 02, 2022 0

LA DURA LEY DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ

 Por: Saúl René Mamani Choquehuanca. 



Mi tío Jorge estaba en el hospital, luego de haber luchado contra el cáncer durante 1 año y medio. Se hallaba en sus últimos días y era visitado por la familia para aliviar el dolor, por la inevitable partida.


Mi padre asistió para conversar y despedirse de su primo, pero a pesar del dolor, a pesar de que la muerte se acercaba, la principal preocupación de Jorge era saber que pronto moriría habiendo roto una promesa con sus hermanos, miembros de la Iglesia de los Testigos de Jehová, quienes le habían mostrado su rechazo luego de haber aceptado una transfusión de sangre, demostrando así que como en toda familia, del amor al odio hay sólo un paso.


Mi padre tenía conocimiento sobre esa regla en algunas religiones, y es que una vez que alguien acepta transfusiones de sangre con el fin de salvar su vida, se está negando a cumplir la voluntad de Dios. Por lo que los testigos de Jehová rechazan estas acciones y rompen en el acto, como ocurrió con mi tío Jorge.


Mi padre le preguntó ¿por qué aceptó la trasfusión de sangre? Si sabía que a la larga se sentiría arrepentido de haber tomado dicha decisión. Y es que, si bien la religión le había brindado tranquilidad y felicidad desde los 37 años, ya con 56 años estaba pagando ese tiempo con la indiferencia de quienes alguna vez lo rescataron del “fondo” en el que se hallaba, acabando así con su espíritu y esperando únicamente su final.


La respuesta de mi tío Jorge fue directa, él no quería la operación, él quería cumplir los votos que realizó en la iglesia, quería cumplir con la voluntad de Dios, y si su voluntad era que muriera, pues lo haría, pero su esposa e hijos no pensaban igual, no querían que se fuera sin antes agotar todas las posibilidades de sobrevivir, sin antes recurrir a lo que estaba a su alcance para seguir viviendo; por lo que le suplicaron que por favor acepte la transfusión de sangre y quimioterapias posteriores.


Mi padre entendió, pues fue testigo de cómo antes Jorge era una persona que no pensaba en los demás, hizo mucho daño a muchas personas, era irrespetuoso y sólo pensaba en sí mismo, hasta que finalmente desapareció. Meses después volvió a comunicarse con la familia, disculpándose con todos, siendo una persona irreconocible, bondadosa y creyente. Tiempo después de su transformación, Jorge conoció una mujer igual de buena con quien posteriormente formaría una familia ejemplar.


Ahora Jorge, estando en una camilla de hospital le decía a mi padre que no le dolía saber, que pronto moriría a pesar de sus esfuerzos y promesas rotas, a pesar de haber luchado por su familia, sino que le dolía pagarle así a la hermandad a la que pertenecía y que lo salvó, pues sin ellos jamás habría recuperado el rumbo ni hubiese tenido una familia tan linda como la que tuvo.


Sin embargo, su cuento de hadas llegó a su fin, a las dos semanas de ese encuentro con mi padre, Jorge finalmente falleció; muchas personas acudieron al funeral, dentro de los cuales pude reconocer al mejor amigo de mi tío Jorge, un hermano de la iglesia que muy probablemente había roto una promesa con la iglesia para poder asistir al último adiós de quien en vida fue su mejor amigo.


Meses después en una reunión familiar estuve conversando largo tiempo con mi primo Esteban, hijo de mi tío Jorge, siempre respetando su privacidad y lo delicado que podría ser el tema de su padre, conversábamos de otras cosas, videojuegos, deportes, estudios y nuestras familias. Aquí fue cuando me comentó que ese “hermano” que tenía mi tío en la iglesia y que asistió al funeral se llamaba Héctor, y que solía visitar constantemente su casa luego del funeral, pidiendo disculpas por su comportamiento y alegando que únicamente seguía las reglas que le exigía la iglesia que le había dado tanto en su vida.


septiembre 02, 2022 0

LA ADICCIÓN QUE SUPERÉ

 Por: José Abarca Mena. 



“Nunca imaginé que la adicción al alcohol llegaría a afectar tanto a mí como a mi familia, Mi padre falleció por esta enfermedad, también perdí a mi madre y hermano no en vida, pero siento que mientras más pasa el tiempo, no hay retorno para ellos. Entre música a todo volumen, discusiones entre familia y hasta pleitos que para poder solucionar era necesario la intervención policial o de serenazgo”.

 

Estos eran mis fines de semana en familia, una adicción que la empezó mi padre, y no pudo ser detenida, al contrario, se propagó dentro de todos sus integrantes y sí, me incluyo. Ya salí de ese mal, de ser una niña, , ahora tengo una familia. Cuando los veo en acciones causadas por efectos del alcohol, sufro al no poder lograr ayudar de alguna manera habiéndolo intentado.

 

Mi padre fue ingeniero civil, Ciro Sánchez. Un profesional de bastante prestigio. No tenía tiempo para su familia, pero eso lo comprendía ya que era parte de su vida, trabajar para nosotros. Mi familia era conformada por Rosa, mi madre, ama de casa, una persona muy jovial, ahora ya no la reconozco y extraño quien era antes. Mi único hermano, César, no tenía ninguna profesión, pero si muchas ambiciones de llegar a estudiar algo, hasta conocer las fiestas de papá. Y la última integrante de la familia era yo Claudia Sánchez, era aún una niña cuando todo se desencadenó.

 

Entre las reuniones de papá y sus viajes, los fines de semana lo extrañábamos más, no era común compartir mucho tiempo con él, pero fue cambiando poco a poco. Empezó los fines de semana llegando tarde a casa y ya un poco picado. Luego las cervezas las empezaba en casa con vecinos y posteriormente las iniciaba en familia, no era las reuniones y el tiempo que hubiera deseado pasar con él, pero así ocurrió.

 

La adicción desencadenó problemas de salud en mi papá, es por esto que estuvo obligado a parar y tal fue su determinación que lo logró, no puedo decir lo mismo de mi madre y mi hermano. Ellos seguían tomando, sin importar que yo aún me encontraba en el colegio y que tenía que descansar temprano para poder asistir a mis clases el día siguiente.

Una vez terminado el colegio entre intentar detenerlos y la curiosidad de probar algo que a ellos les gustaba mucho , entré a ese mundo. Estuve inmersa al menos un año donde en muchas ocasiones salía a la calle gritando descalza, el serenazgo era una constante.

 

En el año 2019 mi papá murió. La diabetes lo mató. Yo recién me enteré que tenía esa enfermedad, ya que en mi casa no había comunicación para tratar de esos temas. Con esta pérdida todos nos refugiamos en el alcohol aún más para no sentir el dolor de la persona que siempre estuvo para nosotros. Aunque nosotros no estuvimos para él.

 

 

Ahora soy madre. Llegué a conocer a Alberto. Esposo amoroso y padre de mi hermoso hijo Valentín. Tuve un soporte emocional y un apoyo incondicional en esos momentos donde verdaderamente necesitaba a alguien. En cambio, mi familia aún está inmersa en alcoholismo. Traté de apoyarlos. Fue en vano.

 

Esta es mi historia. Hubiera querido una distinta. El alcoholismo lo vencí. Mi familia sigue hundida en la desgracia, solo espero que algún día salgan. Es lo único que le pido a Dios

septiembre 02, 2022 0

LUCHAR POR TU SUEÑO

 Por: Rody Leonidas Hualla Lacuta. 



“Balearon en mi barbería el 2 de febrero 2021. Ese día recibí tres impactos de bala, solo recuerdo haber despertado en la cama del hospital con un dolor intenso en mi tórax”, cuenta Roger Ccari. “Un mes después del trágico hecho, me negué a reabrir mi negocio, tenía miedo, pero fue mi familia la que me alentó a continuar”. Allí comienza mi historia.


“Las meretrices tienen la mala costumbre de esconderse en mi local y no importa cuantas veces las haya botado, siempre vuelven, y ese día no fue la excepción”. Nunca imaginé pasar por esta experiencia desde la llegada aquí Arequipa”, recordó apenado.


“A mis 43 años sobreviví aquel día trágico que cambio mi vida para siempre. Soy natural de Cusco, y soy el cuarto hermano. Tengo una familia, que son el motor de mi vida, y la razón para volver a trabajar, pese a recibir tres impactos de bala que me afectó en lo emocional, hasta el punto de querer dejar este negocio”, agrega Roger.


“Cinco meses después de aquel trágico día, me recuperé gracias a Dios, aunque para hacerlo tuve que realizar diversas actividades que me ayudaron a costear los gastos médicos que no podía afrontar. Lo importante es que me recuperé, y sé que nada puede detener mi anhelo de conformar una empresa,  cuyo anhelo  me nació desde muy pequeño y estoy convencido de lograrlo”, enfatizó.


“Si bien no tuve la oportunidad de estudiar en un instituto o universidad por temas económicos, desde adolescente trabajé en diferentes labores informales en la que descubrí tener habilidad para la peluquería. Primero me dediqué a lavar autos en la misma avenida de los Incas, cerca al terminal. Me pagaban poco, yo quería estudiar, pero al vivir independiente, el dinero solo alcanzaba para el alquiler de la habitación”, señala Roger Ccari. “A medida que fui conociendo amistades, decidí ayudar en obras de construcción, era una tarea muy ardua, pero pese a la adversidad no me rendía y ponía manos a la obra, así me ganaba el sencillo para mí día a día”, recuerda con una sonrisa.


“En el 2008 por recomendación de un amigo me fui a Lima, aquellos años había muchos de mis paisanos de Cusco que migraban a la capital. Convencido de mis sueños llegué a la gran ciudad anhelando forjarme un gran futuro pese a carecer de experiencia laboral, y el gran temor de ser estafado. Un día, sábado, me acerqué a una agencia de anuncios de trabajo, ya que necesitaban ayudantes para construcción, e inmediatamente me presenté. Ahí no me fue bien, no tuve un buen trato, me retiré, tenía pensado volver Arequipa ante mi prominente fracaso en la capital, ya que económicamente estaba muy mal.”, describe.


“La habitación que me arrendaban, para mí fue como un trampolín a la peluquería, ya que el dueño de la casa tenía un local ahí, le apoyé por un cierto tiempo, me sentía ya tranquilo y también feliz, porque me gustaba hacer algo que desde ese entonces consideré que ese es mi talento. Viví seis meses en Lima, pero tuve que volver Arequipa por asuntos familiares”.


“Nuevamente en la Ciudad Blanca, nada fue sencillo en tener mi primera tienda. Inicié alquilando un pequeño puesto cerca al centro comercial Gratersa, antes esa zona era un grifo y poco transitada. Ahí en una esquina atendía en mi pequeña carpa azul era la peluquería, mi trabajo era a tijera y peine, no conocía las maquinas, ya que su costo era muy caro”, resalta sonriendo.


“No conforme con ello, me gustaba innovar, arriesgar y decidí hacer préstamo de dinero para alquilar un local más grande y cerca de la avenida. Aprovechaba mis fines de semana para capacitarme en talleres de barbería, viajaba a Lima constantemente para comprar equipos y también aprender realizar tatuajes. En ese recorrido, conocí a la mujer de mi vida (mi esposa) quien estuvo siempre apoyándome en todo momento hasta la fecha, es mi mejor complemento. Trabajamos para conseguir ese sueño y nada nos detendrá”, finalizó Roger Ccari, quien junto a su esposa hoy hace el esfuerzo hasta conseguir tener una empresa.


septiembre 02, 2022 0

SIN TIEMPO PARA LLORAR

 Por: Miguel Angel Farfán Rodríguez. 



“Aquí no hay tiempo ni de llorar, cuando eres migrante y tienes que hacer el día apenas sobrevives con 15 soles diarios (…) Tienes que ponerte una máscara y seguir luchando el día a día para completar y juntar el poco dinero que necesitas, es un asunto de supervivencia, donde no cabe más nada sino trabajar, no hay otra opción”, comenta Alixe resignada al abuso laboral que vivió en sus primeros años en las duras calles de Lima. Con 43 años tuvo que huir de Venezuela por denunciar la doble moral del gobierno de Nicolás Maduro. Ser una mujer transexual migrante agravó su situación y durante 6 años tuvo que soportar todo tipo de maltratos y abusos. Una violencia sin sentido que la orilló a vivir con el hecho de no saber si mañana seguiría viva…


 

“He sufrido más discriminación por ser una mujer trans que por ser una migrante venezolana desde que llegué al Perú”, es decir, las condiciones de vida se agravan aún más siendo una persona trans, “es como que ambos tengamos un par de dados y el de ellos tenga varios números para lanzar y el mío solo tenga el número uno, por más que lo lance mil veces me sigue saliendo el uno, entonces las condiciones para nosotras las personas trans son más cuesta arriba” explica. “Las personas lamentablemente asocian tus capacidades cognitivas con la imagen que se hacen de ti, de lo que pueden ver en el exterior” agrega, recordando las decenas de veces que la rechazaron sin mayor explicación.

 

De nada le sirvió más de 15 años de experiencia en medios de comunicación, ni sus valores, ni su educación, ya que, al buscar trabajo, lo único que en verdad importó fue su apariencia. “Conozco muchas personas migrantes que no son trans que fácilmente pueden tener incluso hasta 2 trabajos, el hecho de poder relacionarse sin la barrera de la imagen, les permite acceder a un ingreso relativamente mejor” enfatiza. Aun así, Alixe nunca dejó de intentarlo, salió adelante en lo que ella denomina un “sistema cuadrado” que excluye a la diversidad a vivir en las condiciones más duras al no cumplir con las expectativas que la sociedad espera comúnmente. 


 

Alixe a pesar de todo ha superado con mucho dolor las expectativas de vida de su comunidad que, para la región latinoamericana, la esperanza de vida de una mujer trans es de 30 a 35 años. Sin embargo, no ha sido ajena a la muerte ya que, “varias compañeras, debido a que no tuvieron el acceso a su tratamiento o a que lo abandonaron, fallecieron sufriendo bastantes complicaciones” comenta, refiriéndose a las pérdidas que tuvo que vivir desde que llegó y durante la pandemia, donde los derechos a la salud de Alixe también fueron violentados en múltiples ocasiones al no recibir un trato igualitario.

 


“Un día tuve que acudir a un centro de salud porque tenía una fuerte gripe y muchos días de fiebre, era la primera vez que vivía un invierno, y yo trabajaba en la calle vendiendo caramelos en autobuses. Me vi obligada a ir a un centro de salud, aunque pagué mi consulta simplemente se limitaron a ponerme un aparatito en el dedo. Varias veces me los pincharon, yo no sabía para qué. Resultó que me hicieron pruebas rápidas de VIH sin mi consentimiento” recuerda Alixe con mucha impotencia, “igual no me atendieron y me sacaron del centro de salud con la fiebre sintiéndome mal, con los dedos pinchados y con cajas de condones, y de lubricantes, y además con una sonrisita estúpida que nunca entendí de parte de la enfermera (…) fue terrible para mí, me sentí tan mal como persona, yo realmente estaba mal y no se compadecieron. Qué triste me sentí y cuan sola me sentí el hecho de no tener ningún apoyo, nadie que me escuchara”, finalizó.

 


Como Alixe, a diario decenas de mujeres trans migrantes reciben todo tipo de violencias y señalamientos. Algunas viven para seguir luchando dejando lecciones de coraje y valentía, para que las siguientes generaciones no pasen por lo mismo. El viaje de Alixe aún no ha llegado a su fin, hoy inspira con su lucha y activismo a que su historia no se replique más.


septiembre 02, 2022 0

EL DOLOR DE LOS DEMÁS

 Por: Daniel Huayto Ruiz. 



Ya han pasado 2 años y cada vez que paso por el puente Chilina, aún veo saltando a aquel sujeto, dispuesto a quitarse la vida y me cuestiono… si hubiera llegado antes, ¿hubiera podido ayudarlo? Nunca imaginé que ese día iba a presenciar tal acontecimiento, justo cuando estábamos en plena cuarentena y yo iba camino a mi trabajo.


Era un hombre de estatura mediana, llevaba un gorro azul, usaba una bermuda gris y un polo rojo. Mientras lo veía caer, solo sentía angustia y mucho miedo, pero ya nada podía hacer… cayó y, murió. Recuerdo ver su cuerpo rebotar en el concreto y a los segundos, el piso se tiñó con su sangre. No pude seguir viendo aquella escena, así que continué con mi camino.


Ese día después del trágico suceso, mientras manejaba en dirección a mi trabajo, pensé en lo que había sucedido. Tal vez aquel sujeto tenía familia y muy probablemente, ellos aún no sabían lo que había pasado con él. Muchas personas (incluyéndome), la estaban pasando muy mal durante la cuarentena, y creo que él no fue la excepción. Estoy más que seguro que ese fue el motivo por el cual, tomó esa decisión.


Los días que yo suelo pasar por aquel lugar y siento que veo su figura caminando por el puente, talvez ahí vive aún su fantasma, o talvez sea yo que lo recuerdo y recreo su imagen andando por ahí. El suicidio de este señor es algo insondable, inexplicable para su familia. Me pregunto: si alguien hubiera detectado su idea suicida, o confirmado sus planes, ¿él se habría detenido?, probablemente nunca se llegue a saber lo que él pensó antes de saltar, o que le estaba sucediendo, pero de algo estoy seguro es que la cuarentena nos puso a todos una situación difícil, y en el transcurso de ese tiempo fueron muchas las personas que tomaron esa decisión, esos meses fueron los mas difíciles, a tal punto de hacer que muchas personas se quiten la vida de esta manera.


Hay cifras que nada explican, salvo el tamaño del dolor: La región Arequipa reporta la mayor cantidad de suicidios del país. De acuerdo a la data de la Gerencia Regional de Salud hasta el 31 de marzo de este año, se registraron 28 muertes por suicidios


De alguna manera me hizo entender, que a pesar de los problemas aún se puede seguir adelante y el suicidio no es la solución. Aún hay días que sueño con esa escena que marcó parte de mi vida, pero a la vez, me hizo valorar el hecho de estar vivo cada día. A veces cuando vuelvo a pasar por aquel lugar, tengo la sensación que alguien está cayendo en el aire mientras ve su vida pasar frente a sus ojos.


septiembre 02, 2022 0

QUE ME FALTE TODO, MENOS MIS PADRES

 Por: Renzo, Miranda Ninahuaman. 



Mi madre Emiliana y padre Nicanor llegaron de viaje de la provincia de Caylloma a Arequipa. Donde lamentablemente se contagiaron de Covid. Mis hermanos y yo estuvimos preocupados y angustiados durante 1 mes por la salud de mis padres. Donde hicimos todo lo posible para que se recuperaran y puedan ver a su familia otra vez.


Tristeza, impotencia, rabia y mucha pena. Así estuve en la clínica Vallesur sentado al costado de mi madre y mi padre. Viendo sus rostros caídos y desganados. Mientras la enfermera ponía oxígeno para cada uno. Entre tanto ajetreo por los doctores, enfermeras y pacientes. Mientras que mi hermano mayor estaba en una esquina realizando un sin fin de llamadas para conseguir siquiera una cama UCI solamente para mi madre, que era la más grave.


Sin ninguna respuesta por si había camas, tuve que ir en busca de una. Desde la clínica Arequipa. Hasta la clínica San Pablo, ninguna sin éxito. Llame a mi hermano para decirle que íbamos hacer. Pero mi hermano dijo, tranquilo ya están ingresando a mamá. Sentí una gran paz, seguida de un poco de calma. Después de esa llamada, solo pude sentarme con ojos llorosos a pensar de como la vida era tan corta. Y que, en lo personal no había valorado a mis padres, pero como dicen: algo tiene que suceder para aprender a valorar los más importante que tienes, como tu familia. En ese instante solo dije en voz baja “que me falté todo, menos ellos”.


Me sentí aliviado por unos momentos, pero rápidamente tuve que regresar a la clínica. Cuando llegue solo vi a mi padre, sentado en una esquina desganado y con una mirada de preocupación por la situación de mi madre. Me senté a su costado para tranquilizarlo un poco. Ya que el también estaba en la misma situación. En esos instantes vino el doctor a tomar la presión y ver los niveles de oxígeno de mi padre.


Después de eso el doctor, dijo que mi padre también iba ser ingresado, mi padre me miro a la cara y me dijo:


Renzo quiero irme a casa. Yo le conteste de que no era una opción. Amablemente estuve explicando a mi padre las razones por la cual tenía que aceptar ser ingresado a la clínica. Luego de una larga charla con mi padre, él estuvo más tranquilo esperando pacientemente ser ingresado al interior de la clínica, para que adentro lo tengan bajo monitoreo constante igual que mi madre.


Así estuvimos esperando por varias horas, mi padre aprovecho en descansar un poco en el sillón. Mientras que mi hermano mayor y yo nos turnábamos. Para quedarnos con nuestro padre. Ya que muchas veces teníamos que salir a conseguir los medicamentos para mi madre. Además de traer cosas esenciales para los dos, ya que se iban a quedar internados.


Al promediar las 10:00 de la noche, llego una enfermera para llevarse a mi padre. En ese instante vi a mi padre con una mirada de miedo. Seguro pensando en que tal vez no iba salir de la clínica nunca más. Rápidamente me arrodille para estar a la altura de su regazo, agarre sus manos y le dije: Papá no te preocupes, todo va estar bien.


Mis hermanos y yo nos vamos encargar de todo, tu solo preocúpate por tu recuperación al igual que mi mama, nosotros estaremos bien. Así mi padre se fue alejando en una silla de ruedas, para ser ingresado.


Ya después de que mis padres estaban ingresados en el hospital, mire a mi hermano y le dije: Tengo mucho miedo.


septiembre 02, 2022 0

DE MERCEDES A “MECHITA, BISUTERIA SOSTENIBLE”

 Por: Fátima Huacho Salinas. 


Siempre tuvo el sueño de crear para ella. Tener un negocio que este inspirado en su estilo de vida. Años de trabajo, esfuerzo y constancia serían la clave para poder alcanzarlo. Trabajar para terceros en ferias de emprendimientos en Arequipa le ayudaron a Mercedes Bravo, a ganar la experiencia que necesitaría para fortalecer el sueño de crear su propio negocio. Por más de 5 años la idea rondó en su cabeza, pero no sabía cómo empezar ni el sacrificio que significaría. Preguntas como ¿Qué necesito? ¿Cómo lo administro? ¿Cómo hago para promocionar mi marca? ¿Lograré vender o solo será suerte? o la pregunta más dura para todo emprendedor ¿Podré vivir de esto? La rodeaban.

Practica la moda sostenible (darles un segundo uso a las cosas) por medio de aretes, collares, pulseras hechas con productos reciclados. Encuentra en ello una forma coherente de conectar con su estilo de vida. Es estudiante de comunicaciones, mujer independiente con un proyecto que le ha valido invitaciones exclusivas a ferias en otras ciudades del Perú. Pero ¿valió la pena? “Cada noche, desvelo e insistencia de mis clientes lo vale, así nos comenta”. Ella solo es una de las tantas mujeres, que innovaron en tiempos donde todo parecía ser oscuro.

“Mechita, Bisutería Sostenible” conecta con su nombre y el gusto por la bisutería, tener detalles únicos para lucir. En noviembre del 2021, con la firme intención de ser ella y hacerlo para ella. Mercedes refleja en este emprendimiento su personalidad y talento que posee. Evidentemente de la idea al hecho, suele haber mucho trecho, su caso no fue la excepción. Saber por dónde empezar y si sus productos tendrían rentabilidad en ocasiones le bajaban los ánimos, pero siempre ideaba la forma para reponerse del golpe.

Decidió entonces elegir una mesa quizá un poco desgastada, un celular y las escasas herramientas que necesitaba, poco a poco lograría conseguir aún más. La experiencia en fotografía, diseño creación de marcas, le valdría para experimentar en ella, así se atrevió a abrir una página en Facebook, luego en Instagram, Tik Tok no sería la excepción, pronto se vería envuelta en lo que significa para este nuevo mundo la hiperconectividad, sin embargo, cada reto significa dedicarle tiempo y organización para seguir avanzando.

“No, definitivamente no es fácil, llegas a casa y tienes que partirte en muchos pedazos, ser tu jefa, administradora, talento humano. Juego a ser fotógrafa, me emociona dibujar la nueva colección. Probando, siendo modelo, atendiendo clientes por teléfono, promotora, vendedora, sin embargo, me divierto haciendo lo que me hace sentir realmente libre” recalca. Administrar el horario de ser estudiante universitaria, hija, hermana, emprendedora, trabajadora de un tercero como animadora los fines de semana, porque además se necesitan recursos financieros para hacer posible un sueño, dificultan su tarea.

Hubo días en los que todo parecía ser oscuro, no había clientes y donde ninguna idea podía llegar a la cabeza, lidiar con exámenes y proyectos de la universidad, aun así, debía mantener una sonrisa al llegar al trabajo, todo pasará, solo es un mal momento se dice a sí misma, para luego continuar. Se define como una mujer libre, como toda mujer debe ser, a esta libertad le gusta los retos y la responsabilidad de cada día, construir por y para ella.

Una primera feria la inspiró, más de 12 horas ayudando a muchas mujeres a combinar su esencia con la bisutería, cuidando un poquito al planeta al trabajar con productos reciclados y de único diseño. Activa su lado Milenial, promocionando su negocio, comparte, crea, participa en eventos de mujeres emprendedoras, la invitan para dar pequeños talleres, poco a poco su sueño de “Mechita” va llegando a más personas.

Hoy entiende que todo esfuerzo tiene una recompensa, y el concepto de su marca va más allá, recalca. Hace unas semanas envió un diseño de aretes inspirados en la conexión que existe entre la mujer andina y el empoderamiento con el que inspira, los envió al concurso “María” en la ciudad de Cajamarca trabajó mucho en ellos, siente una gran satisfacción con esta colección. Ella quiere soñar aún más alto, planea contratar a más mujeres, para que juntas sigan creando y dándole vida a sus productos. Mercedes cree firmemente “Innovar cuando todo parece oscuro requiere de constancia, muchas caídas, pero sobre todo aprender a levantarse cada día” esa es la clave.


septiembre 02, 2022 0

A JULIA NO LE QUEDAN MÁS LÁGRIMAS

 Por: Thais Celeste Astoquilca Rivera.  



“Mi Marcelo no murió por un accidente, a él lo mataron” De los ojos de Julia ya no caen lágrimas cuando cuenta la historia de su primer amor. Con 20 años, estaba embarazada y se quedó sola en una ciudad donde no tenía familia. Ni hogar. Menos un empleo. La pena tan profunda que vivió la tuvo entumecida incluso cuando dio a luz. “Mi bebé lloraba y yo lloraba con ella'' es lo primero que dice cuando cuenta su historia.

 

Ella estaba en el colegio, cursando el quinto de secundaria. En ese momento conoció a Marcelo. Él era 6 años mayor y trabajaba para el Ministerio de Agricultura. Era el hombre de su vida ¡No escatimaba en gastos para hacerla feliz, era amoroso y respetuoso!  “Mami no me he despedido de ti” Un abrazo y un beso fueron las últimas pruebas de amor antes de su muerte.

 

Mal Presagio

 

Julia estudiaba en el turno nocturno. Cuando regresó a la casa, no fue una sorpresa para ella no encontrar a Marcelo, pensó que quizá sus caminos se habían cruzado porque él acostumbraba recogerla del colegio. Eran más de las 10 pm cuando Julia se alistó para ir a buscarlo. Abrió la puerta y se encontró con un rostro conocido. Rosa, la asistente social de la empresa.

 

¿Por qué tiene usted el pantalón de mi esposo? preguntó Julia con agitación. La vista de Julia se había enfocado en la cartera de Rosa, de ella sobresalía un pantalón con una correa. Eran las prendas de su esposo. Rosa con voz calmada le contó que Marcelo se sintió mal en el trabajo, con vómitos y fue al hospital. Yo misma he preguntado por su estado, se pondrá mejor mañana, no se preocupe”. Una vez Rosa dejó su casa, Julia agarró su abrigo, tomó un bus y fue al hospital.

 

El encuentro en el hospital

 

En una sala de cuidados intensivos lo encontró. Tenía prohibido pasar, pero en un descuido de un enfermero entró. Marcelo estaba conectado a muchos aparatos y de su cuerpo salía un tubo que drenaba líquido negro. Julia quedó estupefacta, tomó su mano y gritando preguntó ¿Qué te han hecho? Marcelo contesta. Él con los ojos cerrados le dijo “Mami ve a la casa, no te preocupes, Rosa sabe todo, ella te contará” fueron sus últimas palabras. Lamentablemente por sus gritos un enfermero la sacó de la habitación.

 

La preocupación era tal que, al bajar las escaleras para salir del hospital, pisó al aire y cayó. Despertó en una cama del hospital y ya era de mañana. Todo lo vivido la noche anterior le hizo quitarse de golpe él un suero que le habían puesto y volver a la habitación donde había encontrado a Marcelo. Cuando llegó, él ya no estaba allí.

 

Una señal, como un presentimiento le hizo caminar por los pasillos del hospital hasta llegar a unas puertas metálicas. Las empujó y vió filas de mesas y encima cadáveres tapados con mantas blancas. Algo colgaba de una de las mesas, una medallita de la Virgen de Chapi que Marcelo nunca se quitaba. Las lágrimas brotaban sin control de sus ojos, sus gritos no cesaban y sus piernas no pudieron sostenerla más.

 

Julia nunca creyó que su esposo había muerto por enfermedad. Y tenía razón. Tres años después, la verdad fue revelada producto de un encuentro fortuito entre su padre y un excompañero de trabajo del difunto. El chofer de su jefe, un ser despreciable y lleno de celos, había premeditadamente acelerado un auto en contra de Marcelo, apretándolo contra una pared. La sangre salía por todos lados y mientras que Marcelo era llevado al hospital, trabajadores de la empresa lavaban su pantalón y baldeaban los pisos. La verdad era otra historia.

septiembre 02, 2022 0

LA SEÑORA DE LAS MIL CARAS

 Por: Martin Eduardo Arapa Quispe. 


No la he visto perder una sola discusión desde que la conozco, se transforma según la situación algunos afirman que está loca, otros más imaginarios como yo decimos que la señora Eliana tiene una habilidad que casi nadie puede entender, adopta la postura de un camaleón y cambia de color según el contexto del momento, es increíble pero real, tanto que ni las autoridades pueden meterse con ella.

 

La conozco desde hace 2 años cuando un rayo de luz llegó a mi familia, una feria itinerante abría en la Av. 54 distrito de Cerro Colorado. En medio de la crisis económica que pasábamos no tuvimos más opción que conseguir un puesto, la verdad es que no puedo quejarme, aunque era mi primera experiencia en una feria me gustaba ayudar con lo que fuera posible. No me arrepiento porque estaba a punto de descubrir múltiples historias que cambiarían mi forma de pensar, la más insignia es de la “fiera”.

 

Aún recuerdo la primera vez que la vi, parecía una señora escuálida sin fuerzas, pensé habría sido una víctima más de los efectos Covid-19, transcurrieron los días y como en todo sitio las peleas y discusiones por los puestos no se hicieron faltar, ella en especial logró abarcar muchos sitios, podía darse el lujo de regalarlos y lo digo con tanta seguridad porque yo fui un afortunado, desde entonces he podido observar más de cerca y conocerla un poco mejor.

 

Es sorprendente ver todos los estados de ánimos que tiene y la facilidad para cambiar de uno a otro, no negaré que muchas veces me engañaba con sus actuaciones, pero ¿en realidad eran mentira? Es una pregunta que hasta el día de hoy me hago. Y no lo digo por exagerar tú la podías verla de lo más indefensa, una persona humilde, hasta vulnerable, pero cuando había una pelea se olvidaba que tenía 65 años o de cualquier enfermedad que padeciera, solo para encarar a quien se le pare.

 

Solo para poner de ejemplo recuerdo que hace aproximadamente dos meses la señora Eliana tuvo un problema con la municipalidad, pocos días antes se había peleado con su compañera de puesto, yo y todas las personas que vinos podíamos dar razón que la culpa era de la “fiera”, en plena discusión se lanzó sin temor para agredir, pero cuando llegó el fiscalizador se acercó a él a solas, yo estaba mirando y pude notar sus “lágrimas de cocodrilo” nunca olvidaré  el momento, esas lágrimas eran tan reales que yo mismo me puse triste por ella. La autoridad había llegado para reprimirla y en un momento la situación había cambiado, ahora ella era la víctima.

 

Es difícil saber cuál será su siguiente movimiento, yo estoy intentando entenderla, pero cada día es más complicado, le gusta mentir para conseguir lo que quiere, así que cuando hables con ella ten cuidado porque nada es lo que parece, darle información es invitarla a aprovecharse de ti.

 

Si hay algo que no puedo negar es que daría la vida por su familia, como toda madre me ha demostrado constantemente que el amor a sus hijos va más allá de cualquier pensamiento, aunque por lo que he visto ¿Será cierto?

septiembre 02, 2022 0

UNA CONFESIÓN TARDÍA

 Por: Mónica Idme Cutipa. 

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Mónica, nunca te dije esto, pero a mí me gustabas cuando estábamos en inicial". Paul, sonriente, tímido, un poco vacilante, ocultó su mirada. Después de haber soltado, luego de 10 años, aquella inusitada revelación. Actualmente no sé nada de él, a pesar de vivir a unas cuadras de su casa. Hoy cada quien sigue su camino.



Nuestros compañeros y amigos, se quedaron intrigados. Sus reacciones fueron inmediatas, hubo parpadeos repetitivos, esperaban que él o yo digamos algo más. El silencio se apoderó del salón. Por momentos se veía como Paul despegaba su rostro de la mochila, como para encontrar alguna expresión mía. Sin embargo, no expresé absolutamente nada, me quedé callada y tan solo atiné a sonreír, como evitando que me preguntará si yo había sentido lo mismo. Éramos niños, de cinco años, ¿se puede sentir algo a esa edad?


Aquella mañana del día lunes, la maestra de taller de cuero y calzado, había tenido percances, por lo cual estábamos solos, hablando de temas relacionados al colegio. Las preguntas no se tardaron y pronto pronunciaron: ¿ustedes ya se conocían antes? Pues claro, ellos no sabían que fuimos amigos de pequeños, y que esa amistad se perdió, porque no nos volvimos a ver durante la época escolar, primaria y parte de la secundaria.


Los chicos continuaron con el interrogatorio, y al notar mi silencio, Paúl sabiendo lo que había generado, empezó a contar que estudiamos juntos en el kínder, éramos bastante unidos, íbamos y regresábamos casi siempre juntos, nuestras madres eran amigas, las casas eran relativamente cercanas. Poco a poco fue contando algo que llamó mi atención, puesto que mencionó que tenía una foto de nuestra clase, donde salíamos juntos, en ese preciso momento nuestras miradas se cruzaron y esta vez mirándome fijamente, precisó que rayo con lapicero a todos nuestros compañeros a tal punto que solo se notará nuestros rostros, para posteriormente dibujar un corazón, como marco.


Mientras pronunciaba aquello, me di cuenta que empezó a ruborizarse, su voz fue un poco temblorosa y risueña. Me quedé totalmente sorprendida, inmóvil, no me atreví a decirle algo, y cuando sentí las miradas, sonreí por inercia.


Cualquiera pensaría que no me importó lo que dijo, pero lo cierto es que ya había pasado varios años, y aquel afecto que hubo, fue a ese niño con el cual compartí momentos agradables y no el joven con quien estaba volviendo a entablar una amistad después de haber perdido totalmente la comunicación. Además, yo estaba en una relación sentimental y él había concluido una. Había pasado mucho tiempo, 10 años, y eso es mucho tiempo

jueves, 1 de septiembre de 2022

septiembre 01, 2022 0

SIMPLEMENTE LIZBETH

 Por: Jackeline Zavala. 

Aplastaron sus piernas, destrozaron su vivienda y quedó parapléjica. ¿Quién eres tú qué a pesar de tener truncados tus sueños, insistes en volver a caminar? Simplemente  Lizbeth, la joven de espíritu guerrero que desde febrero del 2020 no le funciona su columna vertebral por causa de la caída de un muro sobre ella, en Tiabaya.

 

"Me siento sin alma (…), el sueño de cualquier joven es salir adelante y demostrar a tus padres y hermanos que eres alguien en la vida. Por el accidente todo me quedó truncado” lamenta la joven Nataly Quispe Calla. Ella estudiaba administración de empresas en un instituto superior. De haber continuado sus estudios, ya hubiera terminado su carrera profesional.

 

El accidente ocurrió el 22 de febrero del 2020, durante la época de lluvias en Arequipa. El mirador de Tiabaya (P.J. 8 de diciembre) se desplomó sobre la casa de la familia Quispe Calla. Nataly -de 18 años en aquel momento- se encontraba al interior de su vivienda junto a sus dos hermanos, quienes también sufrieron heridas graves.

 

Su padre, Joaquín Quispe a pesar de sufrir en vida por su pequeña se levanta y con una voz forzada me dice:

 

“(El derrumbe) le ha hecho tiras sus piernitas. Como rompecabezas está armada mi hijita. Gracias a Dios ahora habla; que hubiera sido si quedaba vegetal”, dijo Joaquín, que no pierde la esperanza de que su hijita vuelva a caminar y continuar con sus estudios.

 

Los gastos de medicación y terapia física ascienden a los 100 mil soles, según el padre de Nataly. Ahora ella tiene la remota posibilidad de volver a caminar, gracias a una operación posible en el extranjero. Sin embargo, no tienen los medios económicos para costear la cirugía; además, hasta el momento no reciben ninguna indemnización pese al compromiso del gerente municipal de Tiabaya, Miguel Ángel Vilca Gutiérrez,   quien ofreció a la víctima una indemnización de 30 mil soles por los gastos de su vivienda y trabajo inmediato para supervisar las cámaras de seguridad en la municipalidad.

 

La conciliación entre ambas partes el 5 de julio de 2022, no llegó a ningún acuerdo. La familia Quispe Calla interpuso una denuncia en la Fiscalía respecto al delito por omisión al socorro. En el Poder Judicial realizaron dos demandas de indemnización por daños y perjuicios, uno por Nataly y otra por su padre Joaquín.

Esta historia aún tiene capítulos por contar.

septiembre 01, 2022 0

UN “TURCO” EN AREQUIPA.

 Por: Sebastián Alejandro Meza Paz.



“Pero aquí es mi tierra. Aquí comemos, aquí vivimos y aquí estamos felices”. Por un momento se le pasó por la cabeza ser jugador de póker y logró la estabilidad económica siendo un experto en el azar, tal como en sus años de juventud, donde siempre después de trabajar por el parque San Camilo, le gustaba ir a jugar. Siempre de traje, la elegancia era una etiqueta en él y recuerdo su característico pañuelo de color rojo, siempre en el bolsillo de su saco plomo, donde guardaba los billetes que ganaba, en pequeños fajos, cuando iba por cigarros a la tienda me pagaba con uno de 20 y ante tal pañuelo, me animé a preguntarle, porque siempre tenía el dinero en algo de color rojo, su monedero también era de ese color. Esperaba que fueran simples coincidencias, me sonrió y me pidió que me acercara para responder me al oído “Para nosotros cada color representa algo diferente. El rojo es la fuerza y el poder” 

Antes de llegar a la urbanización donde pasó sus últimos años de vida. Sus primeros años los pasó en la calle Álvarez Tomas del centro de la ciudad de Arequipa donde tenía una casa por parte de su familia, cerca de la Biblioteca Municipal, llegó a una edad muy joven, me estimaron 22 o 23 años. Era 1935 aproximadamente en una Ciudad Blanca de otra época, le gustaba mucho el tranvía del centro de la ciudad, me comentaba mucho de eso cuando iba a la tienda de mis abuelos, sencillo, alegre y de buenas propinas.

Los trabajos que de por si eran escasos para alguien de su origen, comenzó en un puesto de periódicos, siempre le gustaba leer, sea en un diario o revista, los temas de más actualidad y aunque en ocasiones el trato de las personas   pero ante todo su buen ánimo y buena cara le hicieron salir adelante y aunque era palestino, a todos se les daba por llamarlo “turco” y a él, pues nunca vi que lo corrigiera, ni lo cambio. Siempre nos explicaba que los palestinos de territorios ocupados en el Medio Oriente son la única nación del mundo que no tiene ciudadanía en ningún estado del planeta. Por ello, un palestino no tiene lugar alguno al cual volver. La vida en Arequipa era difícil, aunque siempre dijo: le gustaba bastante. 

La arquitectura colonial de esta ciudad, que tenía para él cierta influencia de su tierra natal, lo hizo familiarizarse con las calles por donde corría de niño. El sol de la Ciudad Blanca fue otro factor predominante, el clima seco de la ciudad. Si para los arequipeños el sol es incómodo y desearía que todos los días el cielo esté nublado. Para algunos es un gran motivo de atracción para venir a la ciudad blanca. El turco decidió que esta era la ciudad, la que lo conectaba con su terruño y la que sería la adecuada para emprender todas aquellas ideas que estaba preparando en su cabeza.

Su esposa era mucho menor que él, aunque ella nunca se animó a decirme por cuantos años, me estimo al menos 12, pero nunca se animó a dar una cifra exacta, la había conquistado con detalles caros, collares y ropas, muy a su propio estilo y una vez que se casaron llegaron a Tahuaycani, donde su señora y 3 de sus 5 hijos viven aún, una casa frente al parque, tranquila, salía siempre a medio día, con sus sillas de plástico, de cerveza arequipeña y mientras su esposa tomaba el sol, él le lanzaba migas de pan a las palomas. Estaba por cumplir 88 años el 10 u 11 de agosto, era mucho mayor que su esposa al momento de casarse 

La última vez que recorrió las calles de aquella urbanización iba a la tienda por unos cigarros rojos. Ahora lo hacía dentro de su féretro seguido en la procesión de vehículos. Loodfi Abdu, conocido como “El turco”. Yo le decía Señor Loofe. Tras varios meses internado en el hospital, perdió la batalla. Martes 12 de julio. 5 a.m. Esa fue la hora en que su esposa, la señora Nora, como yo la conocía, se enteró de lo sucedido. A las 8 am del mismo la vi pasar por la librería, junto a su hermana y su hija, me sorprendió no ver a su hijo. Pero la sorpresa fue mucho mayor al verlo pasar minutos después en su bicicleta, sin estar con ropa de luto. Al preguntarle cómo estaba su padre, él solo respondía que estaba bien. 

Al día siguiente, cerca de las 11 de la mañana, ingresaba una carroza fúnebre. Su hija en el asiento del copiloto sacando el brazo y en su mano una rosa blanca. Se despidió de su casa, su familia y su urbanización. No he vuelto a ver palomas posarse en la puerta de su casa. “Para nosotros cada color representa algo diferente. El rojo es la fuerza y el poder”