Por: José Abarca Mena.
“Nunca imaginé que la adicción al
alcohol llegaría a afectar tanto a mí como a mi familia, Mi padre falleció por
esta enfermedad, también perdí a mi madre y hermano no en vida, pero siento que
mientras más pasa el tiempo, no hay retorno para ellos. Entre música a todo
volumen, discusiones entre familia y hasta pleitos que para poder solucionar
era necesario la intervención policial o de serenazgo”.
Estos eran mis fines de semana en
familia, una adicción que la empezó mi padre, y no pudo ser detenida, al
contrario, se propagó dentro de todos sus integrantes y sí, me incluyo. Ya salí
de ese mal, de ser una niña, , ahora tengo una familia. Cuando los veo en
acciones causadas por efectos del alcohol, sufro al no poder lograr ayudar de
alguna manera habiéndolo intentado.
Mi padre fue ingeniero civil,
Ciro Sánchez. Un profesional de bastante prestigio. No tenía tiempo para su
familia, pero eso lo comprendía ya que era parte de su vida, trabajar para
nosotros. Mi familia era conformada por Rosa, mi madre, ama de casa, una
persona muy jovial, ahora ya no la reconozco y extraño quien era antes. Mi
único hermano, César, no tenía ninguna profesión, pero si muchas ambiciones de
llegar a estudiar algo, hasta conocer las fiestas de papá. Y la última
integrante de la familia era yo Claudia Sánchez, era aún una niña cuando todo
se desencadenó.
Entre las reuniones de papá y sus
viajes, los fines de semana lo extrañábamos más, no era común compartir mucho
tiempo con él, pero fue cambiando poco a poco. Empezó los fines de semana
llegando tarde a casa y ya un poco picado. Luego las cervezas las empezaba en
casa con vecinos y posteriormente las iniciaba en familia, no era las reuniones
y el tiempo que hubiera deseado pasar con él, pero así ocurrió.
La adicción desencadenó problemas
de salud en mi papá, es por esto que estuvo obligado a parar y tal fue su
determinación que lo logró, no puedo decir lo mismo de mi madre y mi hermano.
Ellos seguían tomando, sin importar que yo aún me encontraba en el colegio y
que tenía que descansar temprano para poder asistir a mis clases el día
siguiente.
Una vez terminado el colegio
entre intentar detenerlos y la curiosidad de probar algo que a ellos les
gustaba mucho , entré a ese mundo. Estuve inmersa al menos un año donde en
muchas ocasiones salía a la calle gritando descalza, el serenazgo era una constante.
En el año 2019 mi papá murió. La
diabetes lo mató. Yo recién me enteré que tenía esa enfermedad, ya que en mi
casa no había comunicación para tratar de esos temas. Con esta pérdida todos
nos refugiamos en el alcohol aún más para no sentir el dolor de la persona que siempre
estuvo para nosotros. Aunque nosotros no estuvimos para él.
Ahora soy madre. Llegué a conocer
a Alberto. Esposo amoroso y padre de mi hermoso hijo Valentín. Tuve un soporte
emocional y un apoyo incondicional en esos momentos donde verdaderamente
necesitaba a alguien. En cambio, mi familia aún está inmersa en alcoholismo. Traté
de apoyarlos. Fue en vano.
Esta es mi historia. Hubiera
querido una distinta. El alcoholismo lo vencí. Mi familia sigue hundida en la
desgracia, solo espero que algún día salgan. Es lo único que le pido a Dios
No hay comentarios:
Publicar un comentario