jueves, 1 de septiembre de 2022

EL DIARIO DE UNA VAMPIRA

 Por: Stefany Myshell Flores Arredondo. 



Tienes ¨Lupus¨ señalo la doctora, mi mundo se me vino abajo. Dejé de escuchar lo demás que decía, solo sentía los latidos de mi corazón que poco a poco se iba acelerando y como la lava de mis venas se iba apagando por aquella noticia. Lo único que me hizo regresar a la ¨realidad¨ fue el sollozo incesante de mi madre.


Así inició la historia de cómo me convertí en una ¨vampira¨. Para entrar un poco en contexto les contare mi ¨transformación¨.


El primero de Julio, me levanto de un susto de la cama, mi somnolencia fue interrumpida por un leve escozor en el rostro, pensé que era algo normal por los granitos. Pasaron las horas y el picor lo sentía peor que una picada de zancudo, me miro en el espejo y veo mi rostro casi todo enrojecido, parecía un camaroncito.   


Al día siguiente mi madre me persuadió, en realidad me obligó para ir al hospital Goyeneche. Al momento de la consulta, yo esperaba que me diga sobre una posible alergia, me de unos cuantos medicamentos para la inflación y me iría tranquila a mi casa, la doctora me vio las lesiones y lo que me dijo era de un posible diagnóstico de ¨Lupus¨, en ese mismo instante sentí como dejé de respirar, como si mi cuerpo rechazara lo que acababa de escuchar, me echaron en la camilla puesto que tenían que realizarme una biopsia, me sentía como ida, sin sentir el cuerpo, solo escuchaba rezumbar en mis oídos mis pensamientos, quizás era por la anestesia. En el momento no me importa la cicatriz que luego me quedaría, solo esperaba que la respuesta fuera un diagnóstico erróneo.


Tras cinco días de espera, el resultado dio positivo para ¨lupus eritematoso subagudo¨. Si me preguntan, ¿Cómo te sentías?, cómo si mi alma se saliera de mi cuerpo, observándolo desde arriba en su caminar sin rumbo alguno, no podía llorar o expresar algún otro sentimiento. Como si mi vida fuera en una montaña rusa llena de muchas curvas en las cuales solo te ríes sin cesar, pero que con la noticia me frenaba sin bajar la velocidad, de seco y sin entusiasmo alguno.


Mi rutina cambio drásticamente con el resultado, a lo que yo le llamo ¨transformación¨. crema día y noche, pastillas que tendré que tomar por el resto de mi vida, las cuales siento que cada día me van matando poco a poco por su gran efecto en mi pequeño cuerpo, y cubrirme del sol, que ahora se convirtió en mi peor enemigo. A todo esto, le veo el lado bueno puesto que desde niña soñaba con convertirme en una vampira, no me fascina la idea de no tener colmillos pero si esconderme del sol para sobrevivir.


No les miento que muchas noches lloré reclamándome del porque me pasaba esto, ahora le veo el sentido a todo. Nací para ser valiente, para estas y muchas situaciones más que seguramente se me irán presentando en el camino, me siento como si viviera en un oasis de adrenalina, avanzando en una carrera que no tiene fin, entregándome a la vida sin límites, sin sentirme abrumada por la enfermedad, creyéndome una vampira que solo quiere vivir, ¿acaso es mucho pedir?

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