Por: Jhon David Quispe Carrión.
‘’Vete corriendo, no mires atrás’’ fueron las palabras de la persona que nos acababa de estafar, mi amigo me miró y sus únicas palabras fueron: ‘’ Corre cholito’’ mientras se le dibujaba una enorme sonrisa de alegría en su rostro, corrimos por más de dos cuadras, estábamos muy exhaustos, hasta que por fin había decidido revisar su nueva adquisición, su rostro cambió repentinamente, de estar muy feliz a poner una cara de sorpresa, pues se dio cuenta que le habían dado una roca, ¡ASU MARE! Fue lo único que dijo, así es, nos dieron gato por liebre y me incluyo, yo también fui parte.
Una tarde que parecía normal como las demás, el sol ya
estaba por ocultarse y yo estaba saliendo
de la universidad, iba caminando por la calle Mercaderes, cerca del Panorámico,
hasta que vi una cara conocida, mi
pata del alma, mi causa, Joshe, mi mejor amigo, hablábamos de cómo nos había ido en el día, de lo que
había almorzado y me contaba como se quedaba con la boca abierta y botando
baba vez que veía a la
flaquita que le gustaba.
Nuestra plática fue interrumpida por un sujeto que se nos acercó,
un
moreno, alto, que usaba
una gorra marca Perú, nos ofrecía un teléfono de última generación a un precio
inimaginable. ‘’Solo dame 200 luquitas y es tuyo, se lo acabo de jalar a una parejita, pero no hagas roche que nos pueden ver’’ nos dijo, Joshe, unas semanas antes había perdido su teléfono en una de sus juergas de fin de semana, no tenía mucho dinero, pero si la intención de conseguir uno nuevo, así que, por azares del destino, aunque sabía que no era éticamente lo correcto, no dudo ni un solo segundo en sacar el dinero que llevaba en su mochila, pues su necesidad de tener un celular era más grande.
Presentía que algo estaba mal, pero no quise decir nada por el temor a represalias de aquel sujeto y confiaba que Joshe se iba a dar cuenta a tiempo, o que a lo mejor si iba a salir todo bien y mi amigo por fin tendría un teléfono nuevo, como fue la primera vez que nos pasó, no sabíamos cómo teníamos que actuar, así que después que mi amigo le entregó el dinero, fue el momento de ponernos a correr…
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