Por: Katherine Lisbeth Chipana Mamani.
Tiene una deslumbrante mirada tierna. Unos ojos negros
brillosos, desgastados por el tiempo, pero llenos de alegría. Sus cabellos son
negros y blancos le llegan a los hombros. Su rostro tiene marcadas las líneas
de la edad. Su cuerpo es delgado como una pluma. La humilde recicladora se
llama Libertad, tiene 65 años y tiene Parkinson.
Es imposible creer que detrás de ese rostro tan
sonriente, tan gentil y tan amable existe tanto dolor, sufrimiento y mucho peor
aún una profunda depresión. Tiene una enfermedad que se fue manifestando poco a
poco y que le quitó las ganas de seguir luchando y viviendo por tanta
preocupación que le empezaba a causar después de las primeras señales.
Libertad tiene una sola hija llamada Sonia, que es la
única que la apoya de su familia, sin embargo, por falta de estudios
secundarios es difícil que pueda permanecer mucho tiempo con trabajo y si se
trata de especificar solo consigue ser vendedora de abarrotes, de artículos de
limpieza, de verduras donde ni siquiera recibe un buen sueldo, al contrario,
recibe muchos insultos gritos y explotación. “Que puedo hacer no tengo de donde
sacar para comer si no trabajo, tengo que ganarme la vida” es la frase que
siempre utiliza cuando se le pregunta de sus ingresos económicos.
“Muchas personas piensan que es fácil conseguir
dinero, pero no, yo he aguantado gritos, molestias por no sumar de manera
correcta las ventas, he sido ofendida por los clientes, he tenido que rogar no
me despidan del empleo y en muchas ocasiones ni siquiera me pagaban lo
acordado, cuando no tienes estudios es así, me gustaría tener una carrera y
ejercerla, sin embargo, soy lo que soy para ayudar a mi mama” relata Sonia
quien no pierde las esperanzas de que algún día pueda darle a su madre una mejor
calidad de vida.
Fue un domingo por la tarde cuando todos los vecinos
salieron a jugar vóley, cuando observé a la señora Libertad sentada en la
entrada de su puerta, estaba pensativa y preocupada , ella no es una persona
reservada con sus vecinos que la apoyan constantemente , me acerqué y le
pregunté que es lo que le sucedía, me dijo “Ven siéntate conmigo hija, se que
aun eres joven pero siempre admiro el apoyo que tu familia me da “ en ese
momento sabía que era algo grave y decidí escucharla mientras iniciaba su
relato.
Todo inició un lunes por la mañana mientras preparaba
su desayuno en su humilde hogar, ella recuerda que ese día estaba cocinando un
delicioso arroz con leche acompañado de unos buñuelos calientes, cuando de
pronto al momento que iba a servir este postre, sintió un extraño movimiento en
la mano derecha que hizo que el alimento cayera al suelo “estaba sirviendo mi
desayuno, no me di cuenta de este ligero temblor que involuntariamente sucedió
y perdí toda mi taza de arroz con leche” en ese momento Libertad se quedó con
muchas dudas en la mente de lo que había sucedido.
Ella pensó que este extraño movimiento era producto
del cansancio por pasar todo el día buscando material reciclable para vender y
a la semana siguiente se le olvidó por completo. Fue entonces donde sucedió por
segunda vez, cuando cocinaba de almuerzo un seco de pollo, mientras cortaba las
zanahorias sintió un temblor mucho más fuerte que el primero y en instantes
hizo caer el cuchillo al piso se quedó nuevamente sorprendida y paralizada, no
era normal que suceda eso, pero tenía ciertas sospechas de la enfermedad.
Libertad intento continuar con su vida sin tomarle
mucha importancia a la enfermedad pero siempre tenía en mente las dudas y
sospechas de lo que estaba sucediendo , fue entonces cuando paso la peor de las
experiencias, era una noche que volvía a cada luego de vender todo el material
reciclado que había juntado ese día , cuando al momento de bajar de la combi ,
sintió un movimiento fuerte que no le permitió sostenerse del pasamanos y cayó
al piso golpeándose fuertemente la espalda , se quedó avergonzada en frente de
todas las personas que estaban en el lugar.
En esta última señal y la que considera más peligrosa
fue cuando se puso a pensar mucho más en el tema y decidió contarle lo sucedido
a su única hija, para que posteriormente puedan ahorrar dinero para poder sacar
una cita médica y confirmar la enfermedad que ya venía sospechando desde la
primera señal. Fue aproximadamente un mes el tiempo en que pudieron juntar los
recursos necesarios para llevarla al doctor y poder evaluar a la señora
Libertad.
Con los escasos recursos que tenían asistieron donde
un médico para consultar que es lo que hacía que sus manos tiemblen cada vez
que sostenía cualquier objeto, le diagnosticaron Parkinson, la enfermedad
progresiva del sistema nervioso que afecta el movimiento. Ella ya tenía
sospechas de que se trataba de este mal que afecta a las personas sobre todo
mayores, sin embargo, no pudo evitar botar algunas lágrimas al confirmarlo.
“Me temía que fuera esa enfermedad, pero si había
escuchado hablar de el Parkinson a una amiga que tenía en el local de ventas de
reciclaje, sospechaba desde un inicio, pero me negaba a creer que a mi edad ya
empezara a sufrir estos cambios repentinos y padecer enfermedades tan difíciles
que me hacen sentir que estorbo en este mundo “dijo Libertad. Su único motivo
de lucha siempre fue y es su hija, solo viven las dos juntas no tienen a nadie
más aquí, es por ello que no quiere dejarla sola nunca.
En estos últimos días se ha podido ver a Libertar
mejor después de todo lo que sucedió en tan solo un par de meses, siempre dedicándole
tiempo a los niños , a los animales, tratando de realizar su máximo esfuerzo
para que los objetos no se le suelten de las manos y para caminar sin
tambalearse mucho, su rostro aun continua triste y preocupado por el temor que
tiene de lo que pueda suceder en el futuro, su mirada aun refleja momentos de
lucha y perseverancia para no deprimirse y seguir “Luchando contra la depresión”.
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