Por Daniela Rendón Zuñiga.
María López tenía constantes dolores de estómago. Por esa
situación fue a un doctor particular que era amigo de la familia. Tras varios
análisis el doctor informó a los hijos que la señora tenía cáncer en etapa
terminal y que solo le quedaba unos meses de vida. Esa noticia les afectó mucho.
Entre llanto tomaron la decisión de no informarle nada de esto a María ni a su
esposo José Lazo.
Desde ese día, María recibió muchas atenciones por parte de
su familia. La llevaban de viaje y siempre la consentían. Aunque su dolor de
estómago era muy fuerte “tomaba pastillas para gastritis, pero no le pasaba el
dolor” como ella mencionaba. A pesar de eso, ella siempre estaba de buen humor,
hacía bromas con su esposo y jugaba con sus pequeñas bisnietas.
Meses después, José al notar estas atenciones hacia su
esposa, le dio celos y confrontó a sus hijos. Les reclamó el “favoritismo”
hacia su mamá sintiendo que lo dejaban de lado. Ellos se reunieron con su papá
y le explicaron que María estaba enferma. Que sus dolores de estómago eran por
el cáncer. Que ya no se podía hacer nada y que las pastillas que tomaba eran
solo para el dolor. Al escuchar esto el señor solo se puso a llorar, era muy
raro verlo así ya que él es una persona fría, que no mostraba mucho sus
sentimientos.
Trató de tranquilizarse. Secándose las lágrimas preguntó
¿Por qué no se lo dicen?. La hija mayor, Giovanna Lazo, le respondió “Ya
conocemos a mamá, al enterarse de esto se pondrá peor, se va a deprimir y es lo
último que queremos. Pero no te preocupes papá ella estará feliz hasta el
último día que nos acompañe”. En ese momento, entre llanto y desesperación,
José entendió el porqué de las atenciones hacia María. A pesar de su dolor
decidió también guardar el secreto. Desde ese día José la trataba de una manera
muy especial y bonita. La llenaba de detalles y todos los días le decía cuánto
la amaba.
Una semana antes de fallecer María se puso mal. La llevaron
al hospital y la internaron. Los médicos ya no podían hacer nada y solo le
ponían medicamentos fuertes para el dolor y la trataban de mantener estable. Un
día entró el doctor a su habitación y tras la insistencia de la señora, le
confesó que tenía cáncer y ya estaba muy mal. Le afectó esta noticia y tuvieron
que sedarla para que esté tranquila. Al despertar habló con su hija y ella le
explicó los motivos por el cual se lo ocultaron.
Días después, la familia tomó la decisión de llevar a su
casa a María. Ya que estaba en el hospital y por temas de pandemia no la podían
ver mucho. Ella quería estar en su casa. Así fue como una noche falleció en su
cama al costado de su compañero de vida. Rodeada de toda su familia y a pesar
de todo, se fue tranquila. Actualmente, es notoria la falta que hace y más para
José que siempre menciona “Se me fue mi viejita y ahora estoy solo”. Desde su
fallecimiento sus hijos van al cementerio todos los domingos y él le lleva sus
flores favoritas.
Recuerdo que María me decía que ella quería morir primero
antes que su esposo. No lo quería dejar solo porque sabía que él era
dependiente de ella, porque la iba a extrañar mucho y porque no sabía cocinar a
pesar de que la ayudaba. Antes de fallecer pensó en su esposo y le dijo a su
hija que cuide a su papá, que ella los cuidaría a todos desde arriba. Y así es
como actualmente sus hijos cuidan de él. Pero es notable la falta que le hace María,
siempre nos habla de ella. Que fue su primer y único amor.
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