viernes, 2 de septiembre de 2022

septiembre 02, 2022 0

MI VIDA, MI MADRE

 Por: Juan José Santy Cusiatan. 



Seguimos transitando en el tiempo y nos toca jugar con la inmortalidad. José, decidió apropiarse de esa condición de finitud, determinando el modo y el momento de su muerte, yo era un suicida. Mi madre experimentó una escena de escalofrió y profunda tristeza. Una madrugada de diciembre, intenté lanzarme desde cuarto piso de mi casa, pero una mano en la cintura impidió una tragedia familiar. Era ella reaccionando a una situación donde alguien quería arrebatarle lo más preciado de su vida, su hijo. 


Un sábado al amanecer me encontraba en una fiesta, cuando de un arrebato salí a la calle. No tenía dinero, de modo que caminé hacia mi hogar, que no andaba muy lejos. Por el camino la idea de suicidarme se hizo inmensa en mi cabeza, creció hasta ocuparlo todo. Entonces me imaginé muerto y por un instante sentí un gran alivio. Todo mi dolor había desaparecido. Es la solución, me dije. 


El fin estaba claro, morir. Así que lo dejé todo en manos del destino, o mejor dicho de mi laguna mental. Llegué a casa, subí al cuarto piso y sólo tomé acción, no me detuve, nadaba en una absoluta sensación de irrealidad. Es curioso, mientras miraba el vacío no sentía miedo, pero cuando llegó mamá a mi cuarto, me invadió la cobardía. Me lanzó contra el suelo, se montó encima de mío y me agarró las manos, nunca me soltó hasta quedar dormido. 


Antes de intentar desaparecer, tenía que haber acudido a ella, pues habría encontrado alguna solución a mis incertidumbres, pero no quise que cargara con mi mochila llena de mierda, porque ella no se merecía más dolor y suplicio. Quise protegerla y acudí a otras personas. Ahora me doy cuenta de que mi decisión me arrastró al abismo y me la llevé también a ella. Cómo pude ser tan tonto. 


Fue un acto impulsivo, irracional, desesperado, un acto que creía iba a solucionar todos mis problemas, los cuales ahora considero absurdos. Ignoraba que en realidad podría haber causado muchos más contratiempos, ¿qué sería de mi padre y de mis hermanos? ¿qué sería de mi madre? ¿Cómo afectaría la muerte de su hijo menor? 


Ya hace un tiempo mi sonrisa había desaparecido, poco a poco dejó de dibujarse en mi cara. Lloraba, pero no de forma intensa, ni amarga, ni mucho menos escandalosa, simplemente rodaban lágrimas por mis mejillas, se escapaban, era la única manera que mi cuerpo expresaba un grito y rompía su silencio. 


Callé, pero cuando reuní el valor suficiente para pedir ayuda, lo hice y no me la dieron. Y eso que se les llenaba la boca diciendo ‘cuenta conmigo’, ‘ya sabes dónde estoy’, ‘todo se va a solucionar’. Perdí toda esperanza en las personas. 


Y así fue pasando el tiempo. Poco a poco dejé de compartir momentos con mi familia. Era una sombra que vagaba por la casa, apenas iba a la universidad. Me encerraba en mi habitación, me tumbaba en la cama y me pasaba las horas muerto de miedo y no sabía por qué. 


Con esto no quiero decir que mi intento de suicidio sea culpa de esos egoístas y una falsa atención basada en su propio beneficio, para limpiar su sucia conciencia. No, no me intenté matar porque ellos no me hayan ayudado. Me intenté matar porque no he sabido gestionar mis emociones, porque no he sabido vivir con mis ausencias, porque no he logrado ver lo bueno en todo lo que me rodeaba. 


Seguro que me moriré muy pronto, pero no mientras mi madre siga viva. No quiero hacerla sufrir más. Sé que aún vive muy angustiada por mí. Y las veces que se acerca a consolarme e intentar sostenerme, me llena de vida. 


Quizás jamás se dará cuenta de lo importante que fue esa mano en mi cintura en un cuarto piso, no sé cómo consiguió sacarme de ese tormento, mi espíritu recobró el color de otro tiempo. Volví a sonreír por mi padre, mi madre, mis hermanos y por mi vida.

septiembre 02, 2022 0

DRAMA Y DOLOR EN EL HOSPITAL HONORIO DELGADO

 Por : Mirelia Emily Quispe Huanqui. 



Acudí a emergencias por un dolor de estómago cuando otros acudían por qué se estaban muriendo.

 

Miré el reloj y pasaba ya la una de la madrugada, de pronto algo interrumpió mi preocupación por la hora, fue un lamento débil pero desgarrador de una mujer , venía del pasadizo del fondo lleno  del área de emergencias, seguido de un seguido de un: "¡Porque se murió si estaba bien hace un rato¡" o "Si yo lo ví bien ,cómo se va a morir" acompañados de golpes de  frustración hacia las paredes propinado por una madre de familia de un paciente que recientemente había muerto, era increíble no poder hacer nada contra la muerte .

 

Por otro lado en los sillones de espera  naranjas largos y desgastados ,  se veía niños despeinados con los cachetes rojos  que manifestaban quejidos de aburrimiento, dolor y malestar acompañados de expresiones de  incomodidad , estos pequeños  esperaban horas para  ser atendidos en plena madrugada , la hora pasaba pero parecía que no los iban a atender nunca,  lo único que podría distraerlos era el celular y algunos videos de tik tok que les ponían a ver sus padres,  cuando de pronto uno de ellos vomitó directo al piso  y fue en eses momento donde su madre entro en pánico ya que dijo que su hijo cayó del segundo piso y pedía ya no esperar más para que lo atiendan  así que   lo atendieron de inmediato , Se estaba cumpliendo el dicho de los hospitales de estado ‘’Que si no haces drama no te entienden ’’ , o ¨Tienes que estar muriéndote pa que te atiendan’’.

 

Poco a poco el ambiente se tornaba muy cargado y yo ya me quería ir además era consciente del no poder hacer nada , el no poder ayudar ´justificado¨ de las de las personas  que también me incluía a mi ya que solo éramos los pacientes , además  cada uno estaba envuelto en su problema personal a pesar que algunos sufrían en silencio  y parecía que nadie se enteraba de ello  era evidente en algunos casos ,  al menos yo veía cómo algunos padres de familia se preocupaban por la cantidad de medicamentos que tenían que  comprar para sus familiares luego de que los atendían.

 

 

Ya eran las dos de la madrugada y me llamaron al fin pero solo a triaje asi que segui esperando para q me atiendan, no sabía que iba a esperar tanto hasta me arrepentí de ir al lugar  , también fue la primera vez que me atendía , tenía mucho sueño pero algo me despertó y   llamó mi atención era  la cafetería automática que no dejaba de funcionar , todo el mundo compraba por una moneda un vaso térmico de café caliente , parecía que ese lugar era donde la  gente al menos se distraía , se  tranquilizaba  por un momento  así que también fui por uno y a seguir esperando , hasta que llamaron mi nombre y me atendieron con normalidad.

 

En fin todas estas reacciones de los pacientes que presencié  no las olvidaré jamás y más de los familiares que recibieron las peores noticias esas noche  las cuales se repitieron  una y otra vez  por el doctor: "Lo sentimos, su familiar falleció", esas cortas e hirientes palabras que  anuncian una de las cosas más reales en la vida "La muerte", tema a veces tabú,  poco tratado o hasta a veces visto con morbo en la sociedad  hizo que me arrepintiera de ir solo por mi dolor de estómago que por cierto se me pasó por completo ante la adrenalina y extraña culpa que sentí ese día.


septiembre 02, 2022 0

LA DURA LEY DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ

 Por: Saúl René Mamani Choquehuanca. 



Mi tío Jorge estaba en el hospital, luego de haber luchado contra el cáncer durante 1 año y medio. Se hallaba en sus últimos días y era visitado por la familia para aliviar el dolor, por la inevitable partida.


Mi padre asistió para conversar y despedirse de su primo, pero a pesar del dolor, a pesar de que la muerte se acercaba, la principal preocupación de Jorge era saber que pronto moriría habiendo roto una promesa con sus hermanos, miembros de la Iglesia de los Testigos de Jehová, quienes le habían mostrado su rechazo luego de haber aceptado una transfusión de sangre, demostrando así que como en toda familia, del amor al odio hay sólo un paso.


Mi padre tenía conocimiento sobre esa regla en algunas religiones, y es que una vez que alguien acepta transfusiones de sangre con el fin de salvar su vida, se está negando a cumplir la voluntad de Dios. Por lo que los testigos de Jehová rechazan estas acciones y rompen en el acto, como ocurrió con mi tío Jorge.


Mi padre le preguntó ¿por qué aceptó la trasfusión de sangre? Si sabía que a la larga se sentiría arrepentido de haber tomado dicha decisión. Y es que, si bien la religión le había brindado tranquilidad y felicidad desde los 37 años, ya con 56 años estaba pagando ese tiempo con la indiferencia de quienes alguna vez lo rescataron del “fondo” en el que se hallaba, acabando así con su espíritu y esperando únicamente su final.


La respuesta de mi tío Jorge fue directa, él no quería la operación, él quería cumplir los votos que realizó en la iglesia, quería cumplir con la voluntad de Dios, y si su voluntad era que muriera, pues lo haría, pero su esposa e hijos no pensaban igual, no querían que se fuera sin antes agotar todas las posibilidades de sobrevivir, sin antes recurrir a lo que estaba a su alcance para seguir viviendo; por lo que le suplicaron que por favor acepte la transfusión de sangre y quimioterapias posteriores.


Mi padre entendió, pues fue testigo de cómo antes Jorge era una persona que no pensaba en los demás, hizo mucho daño a muchas personas, era irrespetuoso y sólo pensaba en sí mismo, hasta que finalmente desapareció. Meses después volvió a comunicarse con la familia, disculpándose con todos, siendo una persona irreconocible, bondadosa y creyente. Tiempo después de su transformación, Jorge conoció una mujer igual de buena con quien posteriormente formaría una familia ejemplar.


Ahora Jorge, estando en una camilla de hospital le decía a mi padre que no le dolía saber, que pronto moriría a pesar de sus esfuerzos y promesas rotas, a pesar de haber luchado por su familia, sino que le dolía pagarle así a la hermandad a la que pertenecía y que lo salvó, pues sin ellos jamás habría recuperado el rumbo ni hubiese tenido una familia tan linda como la que tuvo.


Sin embargo, su cuento de hadas llegó a su fin, a las dos semanas de ese encuentro con mi padre, Jorge finalmente falleció; muchas personas acudieron al funeral, dentro de los cuales pude reconocer al mejor amigo de mi tío Jorge, un hermano de la iglesia que muy probablemente había roto una promesa con la iglesia para poder asistir al último adiós de quien en vida fue su mejor amigo.


Meses después en una reunión familiar estuve conversando largo tiempo con mi primo Esteban, hijo de mi tío Jorge, siempre respetando su privacidad y lo delicado que podría ser el tema de su padre, conversábamos de otras cosas, videojuegos, deportes, estudios y nuestras familias. Aquí fue cuando me comentó que ese “hermano” que tenía mi tío en la iglesia y que asistió al funeral se llamaba Héctor, y que solía visitar constantemente su casa luego del funeral, pidiendo disculpas por su comportamiento y alegando que únicamente seguía las reglas que le exigía la iglesia que le había dado tanto en su vida.


septiembre 02, 2022 0

LA ADICCIÓN QUE SUPERÉ

 Por: José Abarca Mena. 



“Nunca imaginé que la adicción al alcohol llegaría a afectar tanto a mí como a mi familia, Mi padre falleció por esta enfermedad, también perdí a mi madre y hermano no en vida, pero siento que mientras más pasa el tiempo, no hay retorno para ellos. Entre música a todo volumen, discusiones entre familia y hasta pleitos que para poder solucionar era necesario la intervención policial o de serenazgo”.

 

Estos eran mis fines de semana en familia, una adicción que la empezó mi padre, y no pudo ser detenida, al contrario, se propagó dentro de todos sus integrantes y sí, me incluyo. Ya salí de ese mal, de ser una niña, , ahora tengo una familia. Cuando los veo en acciones causadas por efectos del alcohol, sufro al no poder lograr ayudar de alguna manera habiéndolo intentado.

 

Mi padre fue ingeniero civil, Ciro Sánchez. Un profesional de bastante prestigio. No tenía tiempo para su familia, pero eso lo comprendía ya que era parte de su vida, trabajar para nosotros. Mi familia era conformada por Rosa, mi madre, ama de casa, una persona muy jovial, ahora ya no la reconozco y extraño quien era antes. Mi único hermano, César, no tenía ninguna profesión, pero si muchas ambiciones de llegar a estudiar algo, hasta conocer las fiestas de papá. Y la última integrante de la familia era yo Claudia Sánchez, era aún una niña cuando todo se desencadenó.

 

Entre las reuniones de papá y sus viajes, los fines de semana lo extrañábamos más, no era común compartir mucho tiempo con él, pero fue cambiando poco a poco. Empezó los fines de semana llegando tarde a casa y ya un poco picado. Luego las cervezas las empezaba en casa con vecinos y posteriormente las iniciaba en familia, no era las reuniones y el tiempo que hubiera deseado pasar con él, pero así ocurrió.

 

La adicción desencadenó problemas de salud en mi papá, es por esto que estuvo obligado a parar y tal fue su determinación que lo logró, no puedo decir lo mismo de mi madre y mi hermano. Ellos seguían tomando, sin importar que yo aún me encontraba en el colegio y que tenía que descansar temprano para poder asistir a mis clases el día siguiente.

Una vez terminado el colegio entre intentar detenerlos y la curiosidad de probar algo que a ellos les gustaba mucho , entré a ese mundo. Estuve inmersa al menos un año donde en muchas ocasiones salía a la calle gritando descalza, el serenazgo era una constante.

 

En el año 2019 mi papá murió. La diabetes lo mató. Yo recién me enteré que tenía esa enfermedad, ya que en mi casa no había comunicación para tratar de esos temas. Con esta pérdida todos nos refugiamos en el alcohol aún más para no sentir el dolor de la persona que siempre estuvo para nosotros. Aunque nosotros no estuvimos para él.

 

 

Ahora soy madre. Llegué a conocer a Alberto. Esposo amoroso y padre de mi hermoso hijo Valentín. Tuve un soporte emocional y un apoyo incondicional en esos momentos donde verdaderamente necesitaba a alguien. En cambio, mi familia aún está inmersa en alcoholismo. Traté de apoyarlos. Fue en vano.

 

Esta es mi historia. Hubiera querido una distinta. El alcoholismo lo vencí. Mi familia sigue hundida en la desgracia, solo espero que algún día salgan. Es lo único que le pido a Dios

septiembre 02, 2022 0

LUCHAR POR TU SUEÑO

 Por: Rody Leonidas Hualla Lacuta. 



“Balearon en mi barbería el 2 de febrero 2021. Ese día recibí tres impactos de bala, solo recuerdo haber despertado en la cama del hospital con un dolor intenso en mi tórax”, cuenta Roger Ccari. “Un mes después del trágico hecho, me negué a reabrir mi negocio, tenía miedo, pero fue mi familia la que me alentó a continuar”. Allí comienza mi historia.


“Las meretrices tienen la mala costumbre de esconderse en mi local y no importa cuantas veces las haya botado, siempre vuelven, y ese día no fue la excepción”. Nunca imaginé pasar por esta experiencia desde la llegada aquí Arequipa”, recordó apenado.


“A mis 43 años sobreviví aquel día trágico que cambio mi vida para siempre. Soy natural de Cusco, y soy el cuarto hermano. Tengo una familia, que son el motor de mi vida, y la razón para volver a trabajar, pese a recibir tres impactos de bala que me afectó en lo emocional, hasta el punto de querer dejar este negocio”, agrega Roger.


“Cinco meses después de aquel trágico día, me recuperé gracias a Dios, aunque para hacerlo tuve que realizar diversas actividades que me ayudaron a costear los gastos médicos que no podía afrontar. Lo importante es que me recuperé, y sé que nada puede detener mi anhelo de conformar una empresa,  cuyo anhelo  me nació desde muy pequeño y estoy convencido de lograrlo”, enfatizó.


“Si bien no tuve la oportunidad de estudiar en un instituto o universidad por temas económicos, desde adolescente trabajé en diferentes labores informales en la que descubrí tener habilidad para la peluquería. Primero me dediqué a lavar autos en la misma avenida de los Incas, cerca al terminal. Me pagaban poco, yo quería estudiar, pero al vivir independiente, el dinero solo alcanzaba para el alquiler de la habitación”, señala Roger Ccari. “A medida que fui conociendo amistades, decidí ayudar en obras de construcción, era una tarea muy ardua, pero pese a la adversidad no me rendía y ponía manos a la obra, así me ganaba el sencillo para mí día a día”, recuerda con una sonrisa.


“En el 2008 por recomendación de un amigo me fui a Lima, aquellos años había muchos de mis paisanos de Cusco que migraban a la capital. Convencido de mis sueños llegué a la gran ciudad anhelando forjarme un gran futuro pese a carecer de experiencia laboral, y el gran temor de ser estafado. Un día, sábado, me acerqué a una agencia de anuncios de trabajo, ya que necesitaban ayudantes para construcción, e inmediatamente me presenté. Ahí no me fue bien, no tuve un buen trato, me retiré, tenía pensado volver Arequipa ante mi prominente fracaso en la capital, ya que económicamente estaba muy mal.”, describe.


“La habitación que me arrendaban, para mí fue como un trampolín a la peluquería, ya que el dueño de la casa tenía un local ahí, le apoyé por un cierto tiempo, me sentía ya tranquilo y también feliz, porque me gustaba hacer algo que desde ese entonces consideré que ese es mi talento. Viví seis meses en Lima, pero tuve que volver Arequipa por asuntos familiares”.


“Nuevamente en la Ciudad Blanca, nada fue sencillo en tener mi primera tienda. Inicié alquilando un pequeño puesto cerca al centro comercial Gratersa, antes esa zona era un grifo y poco transitada. Ahí en una esquina atendía en mi pequeña carpa azul era la peluquería, mi trabajo era a tijera y peine, no conocía las maquinas, ya que su costo era muy caro”, resalta sonriendo.


“No conforme con ello, me gustaba innovar, arriesgar y decidí hacer préstamo de dinero para alquilar un local más grande y cerca de la avenida. Aprovechaba mis fines de semana para capacitarme en talleres de barbería, viajaba a Lima constantemente para comprar equipos y también aprender realizar tatuajes. En ese recorrido, conocí a la mujer de mi vida (mi esposa) quien estuvo siempre apoyándome en todo momento hasta la fecha, es mi mejor complemento. Trabajamos para conseguir ese sueño y nada nos detendrá”, finalizó Roger Ccari, quien junto a su esposa hoy hace el esfuerzo hasta conseguir tener una empresa.


septiembre 02, 2022 0

SIN TIEMPO PARA LLORAR

 Por: Miguel Angel Farfán Rodríguez. 



“Aquí no hay tiempo ni de llorar, cuando eres migrante y tienes que hacer el día apenas sobrevives con 15 soles diarios (…) Tienes que ponerte una máscara y seguir luchando el día a día para completar y juntar el poco dinero que necesitas, es un asunto de supervivencia, donde no cabe más nada sino trabajar, no hay otra opción”, comenta Alixe resignada al abuso laboral que vivió en sus primeros años en las duras calles de Lima. Con 43 años tuvo que huir de Venezuela por denunciar la doble moral del gobierno de Nicolás Maduro. Ser una mujer transexual migrante agravó su situación y durante 6 años tuvo que soportar todo tipo de maltratos y abusos. Una violencia sin sentido que la orilló a vivir con el hecho de no saber si mañana seguiría viva…


 

“He sufrido más discriminación por ser una mujer trans que por ser una migrante venezolana desde que llegué al Perú”, es decir, las condiciones de vida se agravan aún más siendo una persona trans, “es como que ambos tengamos un par de dados y el de ellos tenga varios números para lanzar y el mío solo tenga el número uno, por más que lo lance mil veces me sigue saliendo el uno, entonces las condiciones para nosotras las personas trans son más cuesta arriba” explica. “Las personas lamentablemente asocian tus capacidades cognitivas con la imagen que se hacen de ti, de lo que pueden ver en el exterior” agrega, recordando las decenas de veces que la rechazaron sin mayor explicación.

 

De nada le sirvió más de 15 años de experiencia en medios de comunicación, ni sus valores, ni su educación, ya que, al buscar trabajo, lo único que en verdad importó fue su apariencia. “Conozco muchas personas migrantes que no son trans que fácilmente pueden tener incluso hasta 2 trabajos, el hecho de poder relacionarse sin la barrera de la imagen, les permite acceder a un ingreso relativamente mejor” enfatiza. Aun así, Alixe nunca dejó de intentarlo, salió adelante en lo que ella denomina un “sistema cuadrado” que excluye a la diversidad a vivir en las condiciones más duras al no cumplir con las expectativas que la sociedad espera comúnmente. 


 

Alixe a pesar de todo ha superado con mucho dolor las expectativas de vida de su comunidad que, para la región latinoamericana, la esperanza de vida de una mujer trans es de 30 a 35 años. Sin embargo, no ha sido ajena a la muerte ya que, “varias compañeras, debido a que no tuvieron el acceso a su tratamiento o a que lo abandonaron, fallecieron sufriendo bastantes complicaciones” comenta, refiriéndose a las pérdidas que tuvo que vivir desde que llegó y durante la pandemia, donde los derechos a la salud de Alixe también fueron violentados en múltiples ocasiones al no recibir un trato igualitario.

 


“Un día tuve que acudir a un centro de salud porque tenía una fuerte gripe y muchos días de fiebre, era la primera vez que vivía un invierno, y yo trabajaba en la calle vendiendo caramelos en autobuses. Me vi obligada a ir a un centro de salud, aunque pagué mi consulta simplemente se limitaron a ponerme un aparatito en el dedo. Varias veces me los pincharon, yo no sabía para qué. Resultó que me hicieron pruebas rápidas de VIH sin mi consentimiento” recuerda Alixe con mucha impotencia, “igual no me atendieron y me sacaron del centro de salud con la fiebre sintiéndome mal, con los dedos pinchados y con cajas de condones, y de lubricantes, y además con una sonrisita estúpida que nunca entendí de parte de la enfermera (…) fue terrible para mí, me sentí tan mal como persona, yo realmente estaba mal y no se compadecieron. Qué triste me sentí y cuan sola me sentí el hecho de no tener ningún apoyo, nadie que me escuchara”, finalizó.

 


Como Alixe, a diario decenas de mujeres trans migrantes reciben todo tipo de violencias y señalamientos. Algunas viven para seguir luchando dejando lecciones de coraje y valentía, para que las siguientes generaciones no pasen por lo mismo. El viaje de Alixe aún no ha llegado a su fin, hoy inspira con su lucha y activismo a que su historia no se replique más.


septiembre 02, 2022 0

EL DOLOR DE LOS DEMÁS

 Por: Daniel Huayto Ruiz. 



Ya han pasado 2 años y cada vez que paso por el puente Chilina, aún veo saltando a aquel sujeto, dispuesto a quitarse la vida y me cuestiono… si hubiera llegado antes, ¿hubiera podido ayudarlo? Nunca imaginé que ese día iba a presenciar tal acontecimiento, justo cuando estábamos en plena cuarentena y yo iba camino a mi trabajo.


Era un hombre de estatura mediana, llevaba un gorro azul, usaba una bermuda gris y un polo rojo. Mientras lo veía caer, solo sentía angustia y mucho miedo, pero ya nada podía hacer… cayó y, murió. Recuerdo ver su cuerpo rebotar en el concreto y a los segundos, el piso se tiñó con su sangre. No pude seguir viendo aquella escena, así que continué con mi camino.


Ese día después del trágico suceso, mientras manejaba en dirección a mi trabajo, pensé en lo que había sucedido. Tal vez aquel sujeto tenía familia y muy probablemente, ellos aún no sabían lo que había pasado con él. Muchas personas (incluyéndome), la estaban pasando muy mal durante la cuarentena, y creo que él no fue la excepción. Estoy más que seguro que ese fue el motivo por el cual, tomó esa decisión.


Los días que yo suelo pasar por aquel lugar y siento que veo su figura caminando por el puente, talvez ahí vive aún su fantasma, o talvez sea yo que lo recuerdo y recreo su imagen andando por ahí. El suicidio de este señor es algo insondable, inexplicable para su familia. Me pregunto: si alguien hubiera detectado su idea suicida, o confirmado sus planes, ¿él se habría detenido?, probablemente nunca se llegue a saber lo que él pensó antes de saltar, o que le estaba sucediendo, pero de algo estoy seguro es que la cuarentena nos puso a todos una situación difícil, y en el transcurso de ese tiempo fueron muchas las personas que tomaron esa decisión, esos meses fueron los mas difíciles, a tal punto de hacer que muchas personas se quiten la vida de esta manera.


Hay cifras que nada explican, salvo el tamaño del dolor: La región Arequipa reporta la mayor cantidad de suicidios del país. De acuerdo a la data de la Gerencia Regional de Salud hasta el 31 de marzo de este año, se registraron 28 muertes por suicidios


De alguna manera me hizo entender, que a pesar de los problemas aún se puede seguir adelante y el suicidio no es la solución. Aún hay días que sueño con esa escena que marcó parte de mi vida, pero a la vez, me hizo valorar el hecho de estar vivo cada día. A veces cuando vuelvo a pasar por aquel lugar, tengo la sensación que alguien está cayendo en el aire mientras ve su vida pasar frente a sus ojos.


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