lunes, 29 de agosto de 2022

“¡MALDITO BORRACHO!”

 Por Luis Daga Sánchez.




“¡Maldito borracho!”  Alcanzó a escuchar cómo le decía una voz de un niño de siete años, Jorge Pérez estaba ebrio, pero no inconsciente. Nunca había visto así, tan llena de rabia, la cara de su hijo porque su padre, una vez más, había llegado ebrio a la casa. Para ese entonces, Jorge llevaba ya buena parte de su vida embriagándose.

Comenzó a los 14 años. Lo primero que bebió fue la cerveza, y quedó atrapado. Poco a poco el consumo se hizo más frecuente y aumentó su intensidad. Al tener una cercanía con personas mayores, desarrolló un gusto enorme por el ron, lo bebía como agua. Era un alcohólico de carrera larga, nada lo detenía, bebía diario, Hasta esa noche del 2001. cuando su hijo le dijo lo que todos pensaban.

En 1994, producto del amor que existía entre Jorge y Marina, nació Javier, quien le obligo a tener más responsabilidades en su vida, pero no podía olvidar su vicio, Comenzó a trabajar como taxista, al principio, según Marina, él era muy responsable, siempre traía los alimentos para su esposa e hijo, cuando paso ya un tiempo comenzó a llegar más tarde a casa, oliendo a alcohol, y con un poco de fruta que llegaba a comprar en el mercado, después ya ni llegaba en dos días y cuando lo hacía, era solo a dormir.

La última vez en que llegué a cruzar palabras con él, que fue en la despedida de soltero de su hijo, y rechazando una copa de vino, me comentó que ya lleva más de 5 años sin probar un sorbo de alcohol, orgulloso por ese logro, pero más aun que no se perderá uno de los momentos más importantes de la vida de su hijo.

Fue una larga y difícil lucha contra este vicio, tuvo recaídas, comenta incluso que a veces quería tomar el camino “fácil”; pero contaba siempre con el amor de sui hijo y esposa, y eso le seguía dando fuerzas para volver a intentarlo empezó dejando de ir e incluso de pasar cerca de los lugares donde frecuentaba a tomar, trató de enfocarse más en su familia, en su hijo que a pesar de todo lo que sucedía, siempre sacaba muy buenos puestos en el colegio.

Me dijo, que no le gustaba ir a fiestas frecuentaba más los bares, a veces con amigos a veces solo, ya haciéndose más adulto y alcanzándole menos el dinero para ir a esos lugares, ya frecuentaba más las “huacterias”. Hubo un tiempo en donde decía el, estar sobrio, conoció a Marina, quien unos años después, se volvió su esposa, sin saber aun, o quizás no queriendo ver la situación de Jorge.

Comentaba que no era fan de las drogas, en alguna reunión con amigos probó, pero termino no gustándole, su afición era el alcohol, ni inyecciones ni esnifadas, ni caladas de cigarro, nunca fue violento, más bien con cada botella de alcohol se volvía más dócil.

Hasta el día en que escucho “¡Maldito borracho!” que pronuncio su hijo, en ese momento no le tomó mucha importancia por el sueño producido por el alcohol. Pero ese fue el punto de quiebre de Jorge, sintió que algo estaba haciendo mal, y que gracias a Dios todavía estaba a tiempo de remediarlo, lo pudo conseguir, teniendo fuerzas cada día para no volver a aquellos terribles momentos de su vida.

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