Por: Andre Bernal Lazo.
Todos los mercados del mundo, tienen
clientes por montones. Bueno, casi todos, la feria de Villa Paraíso en el Cono
Norte, sigue esperando a los cientos de compradores. Pero, la espera puede
desesperar. Apenas casi 6 puestos donde venden frutas, vegetales y abarrotes,
esperan a sus potenciales compradores ¿Hasta cuándo? Nadie lo sabe, lo único cierto, es el único
centro de abastos con más vendedores que compradores.
La escasa clientela lo pone en
jaque. La gran feria queda entre un parque y un terreno baldío. Supuestamente
las ventas serían abismales, pero otra es su realidad.
De sus 14 estands de madera y
calamina, un puesto que vendía huevo y pollo y un restaurante fueron los
primeros. Aunque en otros había material de venta cubierta con plástico.
Se invirtió más en el sitio con dos
puestos más hechos de metal con sus puertas enrollables, una adelante y otra
atrás, aún vacías. La mayor actividad en las mañanas es por lo que hay frente a
feria: un puesto ambulante de pan, cuatro por un sol. Los progresos son lentos
pues ya teniendo tiendas abiertas, aún no hay la actividad comercial deseada.
Un par de horas después del nacer
del sol en el Misti, la cumbia comienza a sonar en unos altavoces encima de las
puertas de la feria que se abren. El carrito del pan se para en donde siempre
para después su mercancía ser vendida por completo. El tardón que llega una
hora después de la apertura solo recibe la frase “no hay”.
Las primeras horas del mercado nos
dan la bienvenida las presencias de dos puestos: Una tienda de abarrotes y una
tienda de huevos. Sobre la primera, su dueña, Elsa, abrió una tienda en su casa
que fracasó, según vecinos, por los precios de los productos que estaban
inflados desde veinte céntimos como mínimo a un sol como máximo; intentó vender
nuevas cosas cosas como cerveza, embutidos, helado y alfalfa, pero tal problema
junto con la apertura de más tiendas con precios cómodos selló el destino de su
negocio. Ahora en la feria busca una segunda oportunidad.
Rosa, dueña del otro puesto, tiene
una historia antónima, su tienda nacida en casa si fue exitosa, pero este fue
de su madre originalmente. Se intentó “expandir la marca” pero los productos se
ven escasos.
Cerca de las 11 de la mañana, se
abre la frutería, un puesto de leña, un puesto de ropa, un puesto de especias y
otro de abarrotes. Ya todo queda listo para el medio día, desgraciadamente la
clientela es reducida. Varios mercados exitosos llevan en sus paredes pintados
los logos de un banco o financiera, esta feria la necesita, necesita la ayuda
de una de estas instituciones para que pueda progresar.
Los baños aún no están terminados y
hay montículos de tierra detrás de los puestos metálicos, lo cual es un indicio
de que el mercado no está terminado todavía. El toque final para este proyecto nacido
prematuramente es ese financiamiento necesariamente importante. La Feria de
Villa Paraíso correrá riesgo de no vender nada si no se desarrolla como
debería.
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